
La logística no es un invento moderno. Aunque hoy la asociamos a paquetes, almacenes automatizados o plataformas de comercio electrónico, sus raíces se hunden en la historia más antigua de la humanidad. La logística es, en esencia, el arte de mover recursos donde se necesitan, en el momento adecuado y de forma eficiente.
La palabra «logística» proviene del griego logistikos, y fue adoptada por los romanos con un enfoque claramente militar. En las legiones, el logista era el responsable de gestionar provisiones, transporte, caminos y campamentos. Sin logística, no había imperio que resistiera.
Pero incluso antes, civilizaciones como los egipcios ya demostraban un dominio avanzado en el transporte y almacenamiento, moviendo bloques de piedra gigantes para construir las pirámides o gestionando cosechas a través del Nilo. Los fenicios, por su parte, fueron pioneros en logística marítima, creando rutas comerciales que conectaban el Mediterráneo.
Durante siglos, la logística se adaptó a caravanas, rutas de peregrinación y comercio. La Ruta de la Seda, el Camino de Santiago o las expediciones de Marco Polo dependían de complejos sistemas de aprovisionamiento y planificación, aunque no se llamaran así.
Fue en el siglo XIX cuando los ejércitos modernos comenzaron a usar el término “logística” para referirse a la organización del transporte, suministro y mantenimiento de tropas. En 1917, el ejército estadounidense fue el primero en definirlo oficialmente.
¿Sabías que…?
Napoleón Bonaparte consideraba que “los ejércitos marchan sobre sus estómagos”, reconociendo el papel crucial de la logística en cualquier campaña militar.
Este es solo el principio. En próximos capítulos recorreremos la revolución industrial, la aparición del ferrocarril, el impacto de las guerras mundiales, el nacimiento del contenedor… y la era digital.
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